Las conversaciones difíciles

Siguiendo con los frutos de mi lectura de Fred Kofman, hoy voy a comentar un tema de especial interés, ya me que concierne en varios frentes, tanto por personas cercanas a las que quiero mucho, como por experiencias mías (como comento al final del blog). Se trata de lo que Kofman llama “conversaciones difíciles”, donde hay un conflicto o una herida en la relación que necesita sanarse. Kofman recuerda como estas conversaciones tienen tres aspectos, lo objetivo, lo interpersonal y lo personal (no en balde es amigo de Wilber, como se ve en un enfoque que resuena con los cuadrantes de este último).

El aspecto objetivo se refiere a la tarea, el proyecto común o la situación en sí – pueden haber desacuerdos en cuanto a lo ocurrido, sus causas, qué habría que hacer, quien debe hacer qué, además de “quién hizo qué y porqué, quién acertó y quién se equivocó etc.” Aquí vale recordar que uno siempre tendrá una percepción limitada de lo que es la situación, aunque pueda pensar que lo está entendiendo todo. Por interpersonal se entienden las relaciones humanas entre los implicados, el propósito común o los valores que se comparten en una relación de amistad, amor o trabajo, y temas como la confianza, el respeto, la traición, como tener en cuenta cada uno los sentimientos del otro etc. También incluye la sensación de estancamiento en una relación, cuando no fluye y se siente que es inútil ni siquiera tratar de sanarla. Lo personal implica como cada uno lo vive por dentro, emocional o mentalmente, y toca temas como la identidad, la auto-estima, o el bien-estar de cada uno. En situaciones de conflicto sin resolver en una relación, puede surgir el ‘pensamiento polarizado’ en lo personal, en la medida de que intentamos proteger nuestra identidad, atribuyendo todo lo positivo a uno mismo y todo lo negativo al otro (o viceversa, o peor todavía oscilando entre los dos extremos).

Muchas veces cada uno piensa que entiende al otro pero el otro a él no, algo así como “yo entiendo tus intenciones, porque las he interpretado bien pero tú no me entiendes, porque has interpretado mal mis intenciones”. También influye lo que en psicología se conoce como el sesgo actor/observador, que da lugar a interpretaciones como que “tú te equivocas por tu manera de ser, yo me equivoco como resultado de circunstancias externas” (o sea tu eres malo, yo soy víctima). A partir de un reconocimiento de nuestros filtros, fuertemente condicionados por nuestras emociones y aspectos de nuestra sombra, podemos intentar superar el impulso controlador de mostrarnos acertados y el otro equivocado y volver a nuestro propósito y a nuestros valores profundos - la felicidad, la integridad, la impecabilidad - a la hora de abarcar conflictos y prepararnos para las conversaciones difíciles.

Para eso conviene recordar que sólo conocemos el impacto de las acciones de los demás en nosotros, pero no sus intenciones y que sabemos lo que pensábamos al actuar pero no sabemos el efecto de nuestra acción en los demás. Se puede convertir una conversación difícil en una productiva, en la que el propósito es intercambiar información. No hay que suponer que porque nos han hecho daño, la otra persona tuvo intención de hacerlo ni que el hecho de que tú no tenías intención de dañar al otro sirve para sanar un dolor que esa experimenta. Y si en una relación o conversación experimentamos opiniones tóxicas en cuanto a la otra persona, más que reprimirlas o bien escupírselas a la otra en la cara, se recomienda buscar el medio de reciclar lo tóxico en consonancia con nuestros valores profundos. Una fórmula-plantilla que ofrece Kofman es la siguiente: “Siento A cuando B, porque pienso C. ¿Esto tiene sentido para ti? (Escucha en silencio y reconoce lo que escuchas). Lo que me gustaría es D. ¿Es esto aceptable para ti?” Para poner un ejemplo, “Sentí enfado y dolor cuando te pusiste agresivo conmigo en el grupo en cuanto al liderazgo, porque pensé que ya habíamos hablado el tema y que no lo estabas reconociendo. ¿Esto tiene sentido para ti? (…) Lo que me gustaría es que reconocieras que yo había intentado resolver el asunto de modo armonioso contigo y que me explicaras porque actuaras como si no fuera así. ¿Es esto aceptable para ti?”

Todo esto puede sonar sencillo cuando se explica sobre 'papel', pero es bastante más complicado cuando se intenta aplicarlo en la práctica. De hecho yo terminé el libro de Kofman hace unas semanas y quería escribir un blog sobre este tema pero me inhibí precisamente porque me di cuenta de que en mi vida personal tenía pendientes unas conversaciones difíciles, (¡una desde hace más de dos años!) y que no tenía mucho sentido explayarme sobre este tipo de conversaciones si no era capaz de llevar a la práctica el abordaje que estoy desglosando, o por lo menos intentarlo. Pero en las últimas semanas y sobre todo estos días he empezado a tratar los asuntos pendientes que tenía con algunas personas. En efecto, he sentido lo difícil que es entrar en temas donde hay dolor en la relación a la vez que mantener la presencia para aplicar este tipo de abordaje. Al mismo tiempo he sentido como dos personas pueden desbloquear el estancamiento y la incomunicación y como ese permite que la ‘energía’ fluya de un modo que se siente como más natural, de corazón a corazón, como ‘tiene que ser’. Por mi parte he tenido una sensación de alivio y de quitar lastre estos días al acercarme con otras personas a la sanación de temas espinosas. Siento que no puedo aprender a ser más consciente en las relaciones de golpe y aplicarlo sin más, sino que es algo que debo ir puliendo y perfeccionando durante toda la vida, como una parte más de mi práctica. Al fin y al cabo, es cuestión de encontrar mecanismos para tratar la sombra que todos tenemos, para que surja ese espacio luminoso entre nosotros donde puede florecer el amor.