martes, abril 17, 2007

Trabajando la sombra

Shadows in the sand, Matthew Bowden

Hace poco un amigo me mandó un texto sobre un trabajo emocional que se iba a hacer con la sombra, la parte de nuestro inconsciente a donde mandamos a parar los aspectos tanto negativos como positivos que no somos capaces de aceptar en nosotros mismos. Al leerlo pensé en como hace cierto tiempo estaba en un retiro de meditación y empecé a sentirme muy irritado con respecto a otro participante. Como era un retiro de silencio y no un taller de trabajo emocional, la situación no se prestaba ni para hablar con él ni tampoco para hacer un trabajo dinámico y catártico sacando rabia y gritos. Lo que sí decidí era intentar hacer como recomienda Rumi en el poema Casa de Huéspedes y recibir esta emoción, la irritación, amorosamente como un huésped para ver lo que me podía enseñar.

Como no se hablaba, decidí aplicar la técnica que usan en el Integral Institute de 3-2-1. Hay una entrevista (en inglés) con Diane Hamilton en la que se puede leer más sobre el proceso. Se trata de una técnica que puede ayudar para empezar a reapropiarse la propia sombra, al darnos cuenta de que las personas que ‘nos alteran’ en un momento dado, por bien o por mal, sirven precisamente de aviso sobre aspectos que rechazamos de nosotros mismos. Es como si cualquier turbulencia emocional en el tejido inter-subjetivo en el que nos encontramos fuese una invitación para enfocarnos no en el otro sino en la parte de nuestra sombra que estamos proyectando en el otro.

El proceso se hace escribiendo notas sobre las tres perspectivas – tercera, segunda y primera persona – en un diario y luego reflexionando sobre lo que has aprendido, sólo o con otra persona (incluso puede ser con la persona sobre la que has estado escribiendo). Se empieza describiendo en detalle y en tercera persona el individuo o la situación que nos altera, viéndole realmente como un objeto de nuestra atención. Luego abordamos al otro desde la perspectiva inter-subjetiva de segunda persona (lo que un filólogo llamaría más bien primera persona plural, ‘nosotros’), imaginando y escribiendo un diálogo con el otro. Finalmente se escribe desde la primera persona como si fuese uno mismo el otro: es ya el momento en el que se supone que, al ocupar el lugar del otro como sujeto, surge la empatía con su perspectiva, lo cual ayuda a desvelar los resortes de nuestra propia sombra que han teñido la imagen de él que antes teníamos.

Robert Augustus Masters, un terapeuta estadounidense, hace unos comentarios interesantes sobre la técnica en un foro del Integral Institute: dice que puede ser una manera útil de empezar a trabajar con la sombra en las relaciones, aunque no hay que hacerse demasiado dependiente de ninguna técnica, ya que incluso las técnicas tienen su propia ‘sombra’. Concretamente dice que al trabajar con el proceso 321, 1) podemos creer que haya habido mayor integración de la sombra de lo realmente habido; 2) se puede obviar la necesidad de atender a las raíces profundas de ciertos aspectos de la sombra y; 3) nos podría servir de excusa para no entrar en una apertura emocional más profunda (por ejemplo a través de trabajo emocional dinámico).

Todo lo cual no descalifica la técnica sino que la pone en perspectiva. Para mí, y en el contexto específico que describí al principio, sirvió para enseñarme algo sobre mi mismo y también para llegar a una perspectiva más equilibrada sobre el otro, no por compasiva menos crítica con ciertos aspectos de su carácter. A continuación vienen los textos que escribí en aquel retiro y luego mis reflexiones al respecto.

3.
José Carlos es una persona que tiene necesidad de destacar, de que se note que él es diferente, de llamar la atención. Desde el principio del retiro, no sigue las mismas pautas que los demás. En las meditaciones no se levanta para hacer la meditación caminando, se pone de pie mientras los demás estamos sentados y durante la enseñanza sigue en su postura de meditación con los ojos cerrados incluso cuando el maestro le dirige la palabra. Da la clase de
chi kung y lo hace bastante bien pero disfruta escuchando su propia voz tanto que habla demasiado, por lo que incluso en un papel de servicio destaca su propio protagonismo de profesor demasiado. Ayer en su clase estábamos haciendo un ejercicio de girar el torso, soltando los brazos y dijo que nos fijásemos en él para ver mejor como era – yo seguía con el ejercicio y no paraba pero insistió así que al final paré para ver como en realidad no explicaba nada, pretendía mostrar una diferencia entre la manera tensa y la manera relajada de hacerlo ¡que no se notaba en su demostración! Eso sí, logró que todo el mundo se fijase en él, le voy a llamar José-fijaros-en-mí-Carlos. Para colmo, y lo que realmente acabó irritándome fue que en el canto de mantras a la noche cantaba siempre a gritos, de modo que no se le oía a nadie más. Se le ve como el típico narcisista, super-seguro de si mismo y extendiéndose más allá de lo que es cómodo para los demás, en una especie de desafío soterrado.

2.
Stuart: José-Carlos, me gustaría hablar contigo
José-Carlos: ¿Qué pasa, neno?
S: Verás, es que resulta que siento cierta irritación ante tu manera de comportarte y me gustaría hablarlo contigo, para ver si nos podemos entender.
J-C: Bueno, la verdad es que esto me suena como un problema tuyo, por mi parte yo no siento ninguna necesidad apremiante de entenderme contigo. Es tu película.
S: Yo creo que no es solamente mi problema porque siento que tu manera de buscar protagonismo les come espacio a los demás, por ejemplo, a mí.
J-C: Pues tú eres libre de elegir como reaccionas allí, la irritación es asunto tuyo.
S: Vale, tienes razón, la irritación es mía, y realmente reconozco que conocerte es un regalo para mí porque me ofrece la oportunidad de trabajar con mi irritación. Pero al mismo tiempo si tú no estás respetando los límites de los demás, insistiendo en destacar tu protagonismo y tu ego en la clase de
chi kung, en el canto de mantras o donde sea, eso da lugar a un problema de convivencia, y yo creo que sería bueno para todos, incluyéndote a ti, si pudiesemos convivir armoniosamente.
J-C: No sé qué decirte, macho.
S: Bueno, yo sólo te pido que lo pienses un poco. Igual hay algo aquí que puedes aprender, lo mismo que yo tengo que aprender algo sobre mi irritación.
J-C: Bueno, ya veré, ¿vale?
S: Vale, muy bien, José Carlos, me alegro de haber hablado contigo.

1.
Me ha venido a hablar ese tipo raro, Stuart, el que tanto insiste en el silencio aquí en el retiro. ¡Qué mal rollo! Dice que busco protagonismo pero yo no lo siento así: yo sólo me expreso sin miedo, sin cortarme, libremente. Igual lo que le pasa es que a él le gustaría hacer lo mismo pero no se atreve. Bueno, es verdad que a veces tengo problemas con la gente porque me dicen que tengo una energía muy arrasadora. Pero ¿qué hay de malo en destacar un poco? El mundo necesita líderes, sobre todo gente como yo que tiene una buena práctica meditativa y espiritual. De todos modos, voy a pensarme un poco lo que me dijo Stuart, también quisiera mejorar la relación un poco con cierta gente, como él. Al fin y al cabo, no será él tan listo como para estar 100% equivocado, ¡como dice ese otro tipo raro, Ken Wilber!

El proceso me sirvió en varios sentidos. Primero por el mismo asunto de la irritabilidad, que reconozco como una voz en mi vida interior, impaciente con los demás y que hago callar normalmente pero que tiene un efecto corrosivo sobre todo a la hora de poner límites con los demás ya que la irritabilidad reprimida me perturba a la hora de expresarme. Y segundo, por la cuestión del protagonismo. Me di cuenta gracias al ejercicio que efectivamente sigo teniendo un asunto pendiente con el protagonismo, con lo cual este hombre despertó una resonancia. Curiosamente hace unos años dejé un grupo de meditación y había personas que me echaban en cara mis ganas de protagonismo: en el momento sentí que realmente eran ellos que tenían problemas para asumir protagonismo y proyectaban eso en mí, pero sea como sea, sentí mucho dolor en aquel momento alrededor del tema, y durante mucho tiempo me sentía inhibido en cuanto lo de asumir liderazgo en iniciativas. Y ahora me encontré mentalmente echándole en cara a otro lo mismo que se me había criticado a mí, sacando una rabia con él que realmente venía de otro lado, por el comportamiento de otras personas o incluso por el mío en aquel momento.

Al final del retiro, pude hablar con el hombre tranquilamente y hacerle saber que había cosas que tratar entre nosotros pero también darle las gracias por brindarme una oportunidad para hacer este trabajo. Al limpiar el filtro emocional a través del cual le veía, me sentía más capaz de verle a él, de conectar con él de corazón a corazón (cosa improbable unos días antes) y de sentir la vulnerabilidad y la emoción de las que él se protegía detrás de su coraza. Y también me di cuenta de cómo las emociones destructivas, por ejemplo en este caso el enfado que yo traía de una situación anterior, se reciclan en nuevos contextos en nuestras vidas, de sombra a sombra, mientras no hagamos el esfuerzo de iluminarles con la luz de la conciencia. Finalmente me quedé con la sensación de serendipidad, de que justo tropezamos con las personas o las situaciones en la vida que más nos van a ayudar a crecer, ¡aunque sea a veces de modo doloroso!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Stuart, he leido tu trabajo con la sombra y la técnica que aplicas 321 , me parece interesante y muy práctico, pues cualquiera que desee trabajar en sí mismo puede aplicar.
Pienso que identificar las pautas de nuestra sombra se puede realizar desde el desplazamiento de conciencia que permite observar lo que ocurre en perspectiva, pero este método tiene la ventaja de analizar o desmenuzar esta pauta de tal manera que sea más evidente.
Gracias por tu aportación y un abrazo.
Carlos

Anónimo dijo...

Hola Stuart, gracias por compartir tu experiencia, me es de gran utilidad. Bendiciones

Anónimo dijo...

Gracias, Stuart, por compartir tu experiencia. Esto era justo lo que andaba buscando para trabajar con mis sombras. Namasté. Bea.

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