domingo, noviembre 02, 2008

Humo negro, luz sanadora

Hace una semana volvimos a participar en un encuentro de la Plataforma NATC, como ya habíamos hecho en el Valle del Jerte el año pasado. El último día hicimos una versión de la meditación Tonglen, de la tradición del budismo tibetano. Para mi esta meditación es como una breve e intensa resumen de lo que es el trabajo emocional, ya que en ella se propone algo así como un reciclaje psico-espiritual, buscando la transformación del dolor contraído de las heridas emocionales en una onda expansiva de amor sanador y liberador. Es una meditación que puede provocar resistencias, ya que la idea de abrirnos al sufrimiento y de absorberlo puede echarnos para atrás. Sin embargo, es precisamente el hecho de reconocer que todos los seres sintientes sufrimos (o sea, la primera noble verdad del Buda, el sufrimiento inevitable de la enfermedad, del envejecimiento y de la muerte) que abre la posibilidad de ir más allá y liberarnos del sufrimiento. A esta comprensión, la meditación tonglen añade el elemento de compasión universal, ya que su alcance se va extendiendo hasta abrazar el sufrimiento de todos los seres, incluyendo – al final – el de uno mismo.

Coge una postura sentada cómoda y estable y usa tu respiración para centrar tu atención. Observa las sensaciones, los sentimientos, los pensamientos, todo lo que surge, sin agarrar o rechazar ninguno de ellos. Suave, sencillamente, invita la conexión con algo más grande que tú, tu ser auténtico, expansivo, más allá de tu pequeño yo …

Ahora trae a la mente a alguien conocido y querido que está sufriendo en este momento – por una enfermedad, una pérdida, una depresión, dolor, ansiedad o miedo. Ábrete a su sufrimiento, permitiéndote sentirte conectado con él y atento a todas sus dificultades. Siente como dentro de ti crece una fuerte intención compasiva para liberarlo de su sufrimiento e incluso de las causas básicas del mismo. Ahora, cuando inspiras, imagina todo el sufrimiento de esa persona, visualízalo como una nube de humo oscuro, y siente como entra por tus fosas nasales y baja a tu corazón, donde lo guardas unos instantes. Imagina que en tu corazón esta nube oscura se disuelve y se transforma en luz blanca, expansiva, amorosa. Ahora cuando expiras, imagina que estás enviando a esa persona esta luz sanadora y liberadora, enviando todo tu amor, cálido, energético, íntimo y gozoso. Visualiza a la persona recibiendo esta luz en su ser e imagina que siente liberación, paz y felicidad. Repite el proceso ahora durante unos minutos, inspirando el humo oscuro del sufrimiento, transformándolo y espirando la luz compasiva y sanadora.

Ahora visualiza el lugar, la ciudad donde esta persona vive, imaginado que al inspirar estás inhalando el sufrimiento de toda la ciudad, de nuevo transformándolo en tú corazón para finalmente exhalar luz, amor y sanación. De nuevo repite el proceso durante varios minutos, visualizando como ese lugar se va transformando también.

Sigue ampliando el alcance de tu visualización, primero es el país y luego el planeta entero, cuyo sufrimiento estás inspirando en tu gran corazón, y todo ello se transforma ahí por la alquimia de la compasión para que esa luz se vaya expandiendo por todo el país, todo el continente, todo el planeta, como hilos de luz en una red de compasión que envuelve todo el globo.

Finalmente trae de nuevo tu atención a ti mismo. Visualiza tu propio sufrimiento, también delante de ti en forma de nube oscura. Inspira esa nube también, sintiendo como entra por la nariz y llega hasta el corazón, abre el corazón para que transforme también tu propio dolor en luz y de nuevo exhala esa luz sanadora, reciclando tu herida en sanación para todos los seres. Finalmente dedica los frutos de tu meditación a aquellas personas que visualizaste, y ruega que el mérito de tu práctica de compasión pueda beneficiar a todos los seres sintientes que pueblan el infinito espacio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha resultado muy interesante la meditación. He hecho alguna práctica parecida, con resultados muy sorprendentes, en los que se han movido muchas cosas desligadas físicamente de mí.
Muchas gracias otra vez, Stu.
Un abrazo.

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