Recientemente
tuve un momento ¡AHA! al tropezar con una idea que me iba a permitir entretejer
varios hilos biográficos míos en un solo proyecto. Por un lado llevo años
pensando en hacer la tesis doctoral (por motivos profesionales, entre otros)
pero sin decidirme del todo. Incluso había registrado una, sobre Finnegans Wake de James Joyce y la Scienza Nuova de Giambatista Vico y empecé a
escribirla hasta que me di cuenta que 1) era un tema muy complicado y 2) sólo
iba a ser de interés y de beneficio para un número muy reducido de personas,
empezando - en principio - por mi mismo.
Lo que sí decidí
mientras luchaba para mantenerme despierto ante el libro de la noche de Joyce
era que necesitaba saber más sobre las teorías oníricas de Freud y sobre la
psicología mandálica de Jung (por mucho que Joyce lo desmentía, su última
"novela" tenía una gran deuda con los fundadores de la psicología
moderna, por no hablar de mil y una fuentes más). Por eso y por otros motivos a
los que ya he aludido aquí en otros momentos, me lanzé a hacer el grado de
psicología.
Como hacía
tiempo que había experimentado los beneficios de la psicoterapia bien llevada
en mi propia vida, también opté por formarme como terapeuta al terminar el
grado. También llevo muchos años practicando la meditación, aspirando a tener
cada vez más presencia en mi día a día. El último elemento clave de mi vida ha
sido la educación - yo diría desde casi siempre, ya que pasé de alumno y
estudiante universitario directamente a formarme como profesor de instituto y
después a trabajar como profesor aquí en Ourense.
Por lo pronto he
aquí cinco hilos biográficos - la tesis, la educación, la psicología, la
psicoterapia y la meditación - huérfanos de un tejido integrador. El momento
¡AHA! ha surgido cuando he topado con un tema de investigación para la tesis
que reunía todos estos elementos dispares de mi vida en un solo proyecto. Me
vino la idea de hacer la tesis sobre el Mindfulness
(o atención plena) en la Educación Secundaria y fue de esas ideas tipo
relámpago que ilumina todo el paisaje de golpe, aportando una claridad
instantánea a muchas figuras y a los hilos que les comunican.
La sensación
sentida de ese momento fue de alivio y de alegría, al sentir que las piezas de
mi puzle personal encajaban de repente casi motu propio, permitiendo que
se abra un auténtico camino con corazón delante de mis pies. No soy de los que
cree en la ley de la intención o que el universo me esté escuchando y me va a
contestar personalmente a mis peticiones. Sin embargo sí creo que si nos
alineamos con la direccionalidad de la evolución, hacia más amor, más
presencia, más comprensión (y menos sombra, menos carga inconsciente), entonces
algo puede encajar en el interfaz entre la vida que nos han dado y el mundo que
nos toca vivir, algo que tíene que ver con esa serendipidad que Joyce celebra
textualmente en cada frase de Finnegans
Wake.
Algo de todo esto estoy experimentando ahora.
Tengo 50 años, y me acerco a esa edad en la que según Erik Erikson las
personas empezamos a querer plasmar un sentido a nuestra vida (o en la que, por
lo contrario, empezamos a desesperarnos). Estoy empezando con un nuevo proyecto
integrador, me estoy encontrando con personas que me apoyan y me animan, y me
apetecía compartir mi ilusión y dar las gracias aquí por este momento
¡AHA!